Ejercicios
para evitar las várices |
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La
tonicidad muscular es una aliada declarada de la estética femenina. Sus
efectos, sin embargo, trascienden las fronteras de la belleza, ya que
son capaces de alejar el fantasma de las várices. “La sangre tiene que ir de las piernas al corazón y de lo superficial a lo profundo, pero cuando falla el ‘segundo corazón’, que son los músculos de las pantorrillas, el proceso se dificulta y aparecen los síntomas de la insuficiencia venosa periférica, que son sensación de pesadez, dolor, hinchazón, calambres y sensación de cansancio en las piernas”, dice Luis Navarro, director del Centro de Tratamiento de las Venas e instructor de la Escuela de Medicina del Hospital Monte Sinaí, en Estados Unidos. El secreto es evitar que se instale la dificultad circulatoria, privilegiando “los momentos sensibles a la formación de várices, como por ejemplo los embarazos”, como explica Hernán Delmonte, profesor de educación física, cardiólogo y docente de la Fundación Favaloro. Sin embargo, no es cualquier ejercicio el que facilita el proceso ya que ciertas prácticas deportivas son capaces de perjudicarlo. “Un trabajo de alto impacto sin el calzado adecuado, la utilización indiscriminada de complementos y un trabajo corporal mal realizado, que no incluya ejercicios de estiramiento y relajación atentan contra la salud circulatoria”, expresa Pina Beccari, kinesióloga, profesora de educación física y directora del Gimnasio PB, en Buenos Aires. Su propuesta es caminar, andar en bicicleta y cumplir con un esquema de trabajo corporal organizado que incluya ejercicios de fuerza, seguidos siempre de estiramiento, “para tonificar sin agarrotar los músculos, ya que todo exceso es un boomerang, cuyos efectos provocan el efecto inverso al deseado. Del gimnasio hay que salir relajado y con una circulación sanguínea estimulada", dice. Otro de los secretos es ampliar el margen de acción hasta el territorio vecino de la circulación linfática, corresponsable de la eliminación corporal de toxinas. Para eso, es útil incluir ejercicios de rotación de los tobillos, con las piernas a 90 grados y la espalda bien apoyada en el piso. El
drenaje linfático manual es, junto con los vendajes compresivos y los
ejercicios musculares el trípode capaz de actuar cuando la
insuficiencia venosa es ya una enfermedad crónica, según Charles
Janbon y colaboradores del servicio de angiología del Hospital Saint
Eloi, en Francia.
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