El café puede ser enemigo de los
estudiantes nocturnos
La cafeína mejora la memoria, pero
pasar toda la noche estudiando es contraproducente. Seis consejos para sacarse
un diez.
Por Matías
Loewy,
Los productos estimulantes
favoritos de los estudiantes, entre ellos el café o el mate, permiten pasar
varias horas sin dormir y esto puede ser perjudicial a la hora de rendir examen.
“Aunque hay estudios que muestran que la cafeína (ingrediente activo de ambas
infusiones) mejora la memoria, la falta de sueño puede contrarrestar el
efecto”, señala Jorge Medina, investigador del Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Buenos Aires, Argentina.
Para Francisco Zaragoza, catedrático de Farmacología de la Universidad de
Alcalá, en España, “se han dado casos de estudiantes que fracasan en los exámenes
porque el sueño les vuelve cuando están rindiendo”.
Los especialistas dicen que dormir la noche previa por lo menos seis horas
permite consolidar los conocimientos aprendidos. “Durante el sueño, el
cerebro hace un replay de la actividad que se realizó; de alguna forma es como
si volviera a leer los textos”, agrega Medina, quien estudia en su laboratorio
las bases neuroquímicas del aprendizaje y la memoria.
“La falta de sueño deteriora la evocación de lo aprendido”, coincide el
neurólogo Daniel Thierer, docente de Farmacología en la Universidad de Buenos
Aires. En la última década quedó claro que existen dos tipos de personas: los
búhos, que alcanzan el máximo de concentración durante la noche, y las
alondras, que sólo están muy alertas en las primeras horas de la mañana.
Los científicos recomiendan elegir la hora de estudio según ese mandato biológico,
pero sin pretender estirar la jornada a fuerza de pocillos de café. “Hay que
abordar las materias más difíciles en las horas en que es más fácil
mantenerse concentrado”, sugiere Daniel Navarro, psicólogo de la Universidad
Complutense de Madrid, España.
Recomiendan Thierer y Navarro:
Estudiar no más de doce horas por día.
Comenzar cada jornada de estudio con lo que mejor se sepa, de manera de
generar confianza en uno mismo.
Concentrarse en el texto durante 45 o 50 minutos, y hacer “recreos” de
diez minutos, durante los que no conviene fijar la vista en nada.
Eliminar del lugar de estudio los elementos de distracción, como revistas
y diarios.
Abocarse durante los últimos días a esquemas y resúmenes ya hechos, de
modo de “garantizar el recuerdo”.